El fin de la infancia. Ahora vivimos en un estado de coma permanente, no podemos respirar, sentir, hablar, caminar y ni dormir por nuestra propia cuenta. No se trata de si vivimos bajo una bella dictadura o una cruel democracia, ni mucho menos si hemos tenido un grave accidente para decir o saber de nuestro coma. Se trata de la muy avanzada deshumanización a la que nos conducimos por voluntad propia.
La voluntad propia. Ahora dependemos del aparato, del Aparato y la común unión de ambos para que nuestra existencia tenga al menos un poco de sentido. ¿Qué sería de la “Niña Bloguera y sus “artistas” seguidores sin esos dos elementos que se escriben igual y no son lo mismo? Cada vez somos algo más parecido a un número o a una lista, a un nombre rebuscado como cuenta de correo electrónico o a un enchufe eléctrico. Es divertido ver a la gente hablar por su teléfono móvil, pertenecer a alguna lista de esas donde pones tus fotos y dices qué o quién eres casi soñando en el amor, la fama, la fortuna o si algún dios leerá tu perfil. Vivimos en un estado de coma, con un Estado en coma casi permanente, conectados a una máquina. El fin de la infancia.
¿Quién se quiere desconectar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario