LA GORDA, LADY GAGA Y EL GOBIERNO DEL CAMBIO
No sabía cómo empezar mi regreso al blog, y en este mismo momento antes de
escribir la palabra que sigue, tan poco sé cómo. Lo que sí sé es cómo
terminarlo: fácil, poniendo un punto o puntos suspensivos.
Se fue dibujando
como en cámara lenta, después se le fue aplicando el color que corresponde, llenándose
de materia, a veces fecal y a veces de oro que, una vez mezcladas éstas, su
resultado era o es oro con olor a mierda. Luchó por ser, menos mal que nunca
fue, una especie de líder de la región pero más afligido por golpes y porrazos
vecinos que por vocación de líder… dicen que las balas chafarotas le asustaban
tanto que se llenó de lobos y ahí quedó la cosa. Lo más estúpido del proceso de
dibujar fue aquello del portuñol y el espanglish, de negro y de barbudo, de
obrero y de activista y… nada más alejado de la realidad y negando al loco del
sur y al loco de verde porque eso trae malas amistades, malos consejos y muchos
amigos neo-nazis Pobre loco, dije yo y mis amigos me reprendieron por blasfemo:
el cambio viene, me gritaban y yo les respondía amablemente que el problema de
los calzones es que se cambian pero siempre soportan las mismas partes
hediondas. ¡Que bueno es andar chulón!
Antes de eso, porque ahora es un “eso”, la muchachita era admirablemente
visual, con sus machas corporales estéticamente bien hechas, cargada de locura
bondadosa. Artista, según los cánones nacionales. Exploradora de lo intenso, de
lo fácil, muchos dicen que agradable. Yo nunca lo dije, por suerte. Sus
complejos la fueron llenado de comida a todas horas y la maternidad hizo su
parte (justificación tardía) pero el entorno hacía lo propio… en el cerebro de
ella… y lo que antes era belleza ahora era lo más horrendo y desagradable del
planeta. Pobre gorda, decían. Yo, simplemente le dije amiga alguna vez pero
ahora me refiero a ella como “la ballena musicalmente amargada”.
Primero vi el vídeo y me llamó la atención la extravagancia y el chucho de
la misma raza que los míos. Después vi que era exquisitamente sexual,
provocadora, conocedora de la música y fanática de Fredy Mercuri. Casi, casi
llegó al mismo tiempo a la cima que el negrito a la presidencia (el
otro del cambio y el yes güicán) y su fama iba haciendo lo suyo y su arte cada
vez más imitado por otras. Esa voz mezclada naturalmente de hombre/mujer y el rumor y el
morbo alrededor. Rubia, al fin, se dejó caer hasta lo más profundo de la
quietud dinámica, repetitiva, cansina, aburrida. Ya jode mucho que la mayoría
de las cantantes tengan que enseñar la papaya para vender discos (salvo la otra
gorda, la inglesa, que no hay quién la encuere). La diferencia entre un “éxito”
y el que sigue es solamente la peluca que usa, los tacones de travestí pendejo y/o los
bailarines tipo alienígenas.
La muchachita cambió: pasó de fea a gorda espantosa. Lady Gaga cambió: sus
pelucas no son las mismas en cada vídeo ni los maridos, ni los amantes, ni los
bailarines. Siempre diré que el cambio como lo piensa la gente no es el cambio, que el cambio como lo quería
la gente tan poco lo es. No es aquella cosa que muta o se convierte. Yo creo que los
cambios son otra cosa, lo que va a significar algo más allá de lo que es perceptible.
Él ha hecho lo que ha querido y no lo que debería haber hecho (que montón de conjugaciones
del mismo verbo) y por puro azar si han habido cambios, de los que yo llamo
cambios (otra vez la conjugación): pero no es el vaso de leche ni las rubias de las fotos de los paparazzi.
Los cambios para mi es el irreparable y letal el daño causado a LOS MALOS por aquella visita del presidente
del imperio a la tumba de Oscar Arnulfo Romero, porque no visitó el redondel de
la vergüenza. El cambio es la sangrante estocada y
perpetua en el tiempo queda el día universal de la verdad declarado por la ONU
sea el 24 de marzo. No lo hizo el presidente porque no es tan inteligentemente
conspirativo y a veces coquetea casi como “lady gaga y la gorda” con los malos. El cambio lo hizo la
gente a través de la historia, de su historia. Desde la historia de todo un
pueblo.