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domingo, 22 de noviembre de 2009

"UN PELO DEL CULO", performance art de mi indigestión cultural de una noche de viernes

Fotografía Guillo Martillhoz. "Performance Art de dos musas desprotegidas". 2008. D.R.

El producto hecho por un artista se llama obra de arte y siempre tiene que decir algo porque si no es mentira que se llame arte, obra de arte y mucho menos que el “autor” sea un artista. Y esa máxima que muchos usan “yo escribo, pinto, compongo, esculpo, etc. Para mí…” no tiene valor estético en la mayoría de casos o la otra trillada oración de “no quise decir nada o contar algo” es una forma de decir que carece de vocación, talento e interés por la investigación de la rama del arte a la que pretende pertenecer el autor de la obra en cuestión.
Voy a describir como contándole una película a un amigo, una de las escenas que, aproximadamente 50 “incultos”, vimos y que seguro la mayoría no comprendimos:
en la porción de patio que le asignaron a la autora, había una silla frente a un guacal con tile aún en estado de polvo y detrás de este guacalito un ventilador que a todas luces se notaba que no lo limpiaban desde hacía rato… las motas de polvo, las telarañas y las huellas digitales de grasa o similares no creo que eran parte del performance art, arte acción o simple payasada sin payaso… sale la autora en calzones blancos y camiseta blanca tipo “babydoll” empantanada la piel con algo que dedujimos era aceite y se sentó en la silla ya mencionada. Con su mano derecha tomó el control de las velocidades tradicionales que todo ventilador chino tiene (tres), y manipuló dichas velocidades con la sombría intención que el tile en estado de polvo (creo que accidentalmente humedecido) la fuera pintando de negro tiloso. Una vez chuca la ropa y parcialmente las piernas entiladas, se levantó y se fue y los que mirábamos el acto nos quedamos igual que cuando llegamos al patio donde estaba la silla. Salvo algunos esnobistas, la familia de la autora y sus amigos pusieron cara de haber entendido TODO de principio a fin con sus respectivas variantes de lo comprendido:
1. Nos quiso decir que se disfrazó de vendedora de carbón como las que están cerca del Cementerio Nacional.
2. Que fue una a oda al ventilador chuco y que de paso todo lo que se pone enfrente de un ventilador nos puede caer en la cara o en todo el cuerpo.
3. Nos trasmitió esa importancia que tiene arreglarle los escapes a los buses porque tiene el mismo efecto que si nos paramos frente a un ventilador soplando tile en polvo, tierra, talco, maicena, harina o similares.
Yo creo que cuando se representa algo y que tiene que ver mucho con el arte escénico, la obra que se monta o la pieza que se presenta y representa, debe tener esa esencial característica de la Estructura Dramática y no porque me dé la gana a mí o porque yo lo digo, sino porque desde Aristóteles a la fecha es la única manera de narrar y hacer comprender una representación que se relaciona con la acción de contar algo y/o decir algo.
Se entiende que el “performance art” debe ser la acción en sí misma (drama en griego, pues) y muchas veces improvisada pero surgida a partir de una idea preconcebida del autor (abstracción) y de su auto comprensión para poderla ejecutar. Acción que tiene el deber de conmover al espectador, lo haga reflexionar y, sobre todo, que una vez terminada la intervención del artista, ese espectador saque su propia conclusión de lo visto, lo sentido o lo vivido. Creo que la satisfacción debe quedar siempre en el público, al comprender lo que el artista trabajó. Insisto, el arte es uno por cien inspiración y noventa y nueve por cien transpiración pero, ¡No quiere decir que tocar batucada en una marcha de equis reivindicación es un performance art y que los zanquistas que acompañan a los percusionistas son artistas de lo conceptual!, así como tan poco es arte eso que carece de toda comprensión por la masa invitada a presenciar una serie de actividades más o menos lúdicas, cotidianas del mal cine pornográfico y muy aburridas.
Voy a describir otra intervención, que vimos más o menos 50 “incultos”, así como cuando uno le cuenta una película a un amigo:
Había una bañera llena de recortes de periódicos locales con esquelas de defunción impresas en dichas páginas. Frente a la bañera una mesa. La autora salió (vestida) y se introdujo en el agua de papel. Tomó un recipiente de cristal y le echó cloro. Tomando una hoja a la vez, con la lejía borraba el nombre del difunto y le escribía el nombre de algunos artistas (del performance, de lo abstracto o lo esnobistamente aburrido) presentes dentro de eso 50 “incultos”. Una vez escritos y asesinados por el plumón, eso recortes fueron a ser parte del mural donde se coloca la cartelera de actividades del Centro Cultural donde se llevó a cabo el evento. Después, la autora regresó a la bañera y siguió con su “masacre” conceptual de artistas. Salió de la bañera, no se secó y se marchó. Los casi 50 “incultos” sacamos conclusiones aunque la mayoría igual no comprendió nada toda la noche de performances. Mis variables de lo visto son las siguientes:
1. Que la autora es asesina en serie de colegas suyos y los ama tanto que los puso en la cartelera, virtualmente muertos.
2. Que es una oda a todos los que participaron haciendo o viendo.
3. Que en una bañera todo puede suceder y mejor aún si recuerda a la clásica escena de Psicosis, solo que esta vez valía la pena matar a unos cuantos.
Esta intervención, tenía esa estructura que menciono: inicio, nudo y desenlace (puesto así para ahorrarnos la explicación completa de Estructura Dramática). Al final, el espectador quedó satisfecho y comprendió lo que quiso: era un homenaje a los artistas del performance o la ‘mentada de madre’ más grande y sutil desde una artistas para unos y unas artistas (acá vale el género de nuevo). El performance art tiene que tener implícita una idea, una acción y un resultado. Por ejemplo, no voy a mandar a una “manada” de gente de la alta sociedad a barrer las calles cochinas del centro de la ciudad, vestidos de empleados municipales simplemente porque YO quiero ver y/o registrar sus reacciones y a su vez desatendiendo que el trabajo de barrer las calles es una escena cotidiana en una sociedad y lo menos en que nos fijamos es en el rostro y la reacción de los que la barren. Y si llevo público cual parque zoológico para que vean esas reacciones, seguramente la respuesta del “jet set barrendero” no será un acto u obra artística. Para muchos y muchas (género tranvex) eso que se me ocurre como ejemplo es una obra maestra del Performance Art… para la Estética, como ciencia que se dedica al estudio de la belleza y sus representaciones a través del buen gusto, es una grandísima mamarrachada.

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