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domingo, 19 de octubre de 2008

cuentito corto que no es cuentito

fotografia de Guillo Martillhoz DR 2008

Había una vez (como siempre pasa), en un país muy lejano (como de costumbre), un gato sin botas, sin partido político y sin madera de actor. Éste gatillo era feo como él solo, pero quería ser muy famoso tanto como un presidente o un rey. Un día oyó que andaban buscando un candidato para salvar a su país, y él, ni lento ni perezoso y sin que lo invitaran al baile, se propuso como candidato. Algunos que buscaban candidato dijeron que no porque ellos ya tenía a otro gato bien platicón como él solo, menos feo y también sin botas pero que tocaba el saxofón bien bonito. Bravo, el gatillo en cuestión, le dijo a los perros del vecindario que lo apoyaran bastante porque el quería ser famoso a como diera lugar. Los perros dudaron de la palabra de este gato feyo, pero había un perro que era bien pasmado, jugado, tonto, feo igual que el gato, que le creía al gato y hasta dicen unos por ahí, que le gustaban los gatos y los chuchos de su mismo sexo. Pasó el tiempo y no había nada claro en aquel país bien lejano (lejano de la justicia, el bienestar, la igualdad y otras cosas maravillosas) hasta que por fin los perros liderados por el perrito raro decidieron poner como candidato a un chucho jiotoso y también rarito junto al gatillo feo, sin botas, sin madera de actor (pajero pues) y sin saxofón. El gato y el jiotoso empezaron a hablar mal de los gatos y de algunos chuchos de su país, a decir cosas bien feas de los habitantes (chuchos y gatos incluidos) de aquel país… hasta que nadie ganó la contienda entre el gato saxofonista y la “dupla” (palabrita muy usada por los periquitos).
El país sigue bien lejano, se ha perdido la cuenta de cuántas veces fue "había una vez" o la primera vez.

miércoles, 1 de octubre de 2008

¿I-KE quiere GUSTAV?... Como me gusta la música de Pérez Prado

fotografía de Guillo Martillhoz 2006 DR


ESPERANDO

fotografía de Guillo Martillhoz 2006 DR.

Los caminos en la vida son cortos, y posibles. Que malestar causa detenerse por culpa de los caminos con pretensiones de infinitos o de eternos. Una vaga idea de camino es la que nos trazamos creyendo en la perpetuidad, cuando no es más que una desprolija razón de la permanencia. Me gustan los caminos, y entre más cortos sean mejor porque me dan la sensación de avanzar. Los caminos largos son las ideas y siempre me acompañan y me dan vida. Los cortos, cubren todas las otras necesidades… espirituales y frías.Los caminos de la vida, cuando son largos, aburren y se detestan a sí mismos.