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martes, 29 de julio de 2008

Lear a Quien le Guste

La "Duquesa" Cabrera
(fotografía de Guillo Martillhoz. 2008 DR)
De lo dicho por Ricardo Lindo (escritor salvadoreño) en Centroamérica 21 (http://www.centroamerica21.com) me quedo con los últimos tres párrafos: lo demás, sobra (para mí y en mi modesto ejercicio de hablar y escribir de lo que me parece y de lo que no… por eso uso mucho los paréntesis) y sí creo que los actores que interpretan al Rey de Francia y el Duque de Albany son lo suficientemente “guapos” para sus papeles.

El más sutil de los teatros…políticos
Desde hace tiempo se añoraba (por muchos) la posibilidad que en El Salvador el teatro político estuviera en cartelera nuevamente, más ahora que muchas generaciones de las que disfrutan o trabajan (también disfrutando) del teatro ven distante y extraña una propuesta estética como tal (quién de las nuevas y anteriores generaciones confía en esa palabra o en los que se dicen llamar políticos… y sobre lo “dicho” en la mamarrachada sobre el agua es perder el tiempo dedicarle palabras).
Hay una eterna batalla entre la fábula y el testimonio en la historia del teatro del siglo pasado y el actual, pero en Lear de Roberto Salomón se percibe una vigencia histórica a la hora de la puesta en escena que parte de una adaptación (traducción y de más) personal del director (y por breves o largos ratos dramaturgo) donde el lenguaje teatral está bastante depurado y autónomo al relacionarse arte y compromiso.
He tenido la oportunidad de ver crecer la obra, desde sus primeros ensayos hasta algunas presentaciones ya casi finalizada su temporada, y he notado con asombro que el público (de antes y de ahora, viejos y jóvenes) apartados y ajenos de toda realidad pasada o presente, ríen a carcajadas en los momentos más trágicos de la propuesta “Salomónica”. No sé si la intención de Roberto Salomón era la de hacer una radiografía contemporánea de la sociedad salvadoreña de la postguerra, no puedo asegurarlo, pero si estoy convencido de que si la vemos y disfrutamos con detenimiento y alejados de la risa falsa, de la “jocosidad barata” o de la “seriedad rebuscada” de otras propuestas teatrales de lo que va de año, se darán cuenta (como bien dice Ricardo Lindo) que es una mortal estocada de espejo.
Erwin Piscator afirma que no hay teatro neutral, que eso de la neutralidad es un invento de los que mandan, el teatro es un documento.

jueves, 24 de julio de 2008

mírame el pajarito... del dolor y la nostalgia


La camisa y el pantalón...

Una de las imágenes más cubanas de todos los tiempos es precisamente la de aquellos que inmortalizan con imágenes a todos los que sin ser inmortales pasamos por ahí pensando en la inmortalidad. Nos falta todo y de todo pero nos sobra dulzura.
Fotografía de Guillo Martillhoz. 2006 DR